Andan diciendo por ahí que no soy más que un cardo
que rosa no me voy a volver ni a palos.
La proposición es ciertamente espinosa...
Ahora bien, como cardo que soy, flores doy...
eso sí, a rosa no llego ni a palos, peor aún,
cuánto más palos recibo
más cardovascular me vuelvo.